15/11/23

Poema de Daniel Viola

 

 

La mesa viajó hacia las sierras,  y

retornó conmigo. Sostuvo nuestros platos,

plafón de juegos, y fue también soporte

donde marcar dobladillos.

En sus vetas anidan las historias que

balbucearon mis hijos en las babas de la herencia.

Quien fuera la dueña inicial es un

suceso de cuentos que originan los sueños.

Sé que mi padre cuando niño rondó por esas patas en

casa de una tía que la donó ya muerta.

Las marcas de los codos, las lágrimas que

guarda, los viajes proyectados. Tal vez ella

también cruzó esos mares que trajo a olvidados.

 

Mi madre cuando niña no conoció de mesas.

Comía entre cojines, era otra la altura de su fiesta.

 

En aquel campo donde agazapaba la traición,  el

hombre comía a horcajadas de un tronco y

el cuchillo cortaba besando los labios la carne que

aferrada mantenía entre sus dientes. La mesa era

 tablones donde la muerte bailó en la madrugada

tornándose fiambres, facturas del invierno.

 

Sé que aquella cena careció de la mesa que dibujó el insomnio.

Vi el abandono durmiendo sobre una mesa.

Mi mesa supo de codos pulseando la fraternal hombría.

Caminaron dos dedos en busca de cosquillas.

Ataúd de promesas. Cambiador de pañales.

Fue absorbiendo los derrames sobre los que  en ella se hicieron.

Sé que encierra el incendio posible de los versos.

 

© Daniel Viola

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2 comentarios:

Anonymous Marisa Cascallares ha dicho...

Hermoso poema Daniel! Gracias!

25 de noviembre de 2023, 17:25  
Blogger sebastián jorgi ha dicho...

bello poema narrativo estimado Daniel!! FELICITACIONES,´Sebastián Jorgi

29 de noviembre de 2023, 14:24  

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