texto de Jorge Curinao
XXVIII
En cada rezo, mis manos no tienen dueño. No
hay, fuera de ellas, una conspiración. Nos llevará varios siglos de
distracciones pero, al final, pondremos la atención en las sombras. Dios es una
palabra y el argumento termina aquí, donde el viento tajea.
© Jorge Curinao
Etiquetas: Jorge Curinao
5 comentarios:
Hermoso poema.
Me encantó.
Marilyn Zumbo
Muy bueno Jorge, poética y recogimiento. Alfredo Lemon
Precioso como todo lo que escribís, Jorge. Un abrazo.
Bello. Bello.
El viento duele.
Gracias Jorge por tu voz necesaria
Claudia
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