16/7/23

Poema de Andrea Marone

 


La noche es espesa.

Las ganas de correr se amansan.

La sangre de un animal

desconocido me encastra

a tu lengua. Recorre

la ecuación del deseo

con la gracia en mano

sobre el lienzo blanco

que es mi cuerpo cuando comulga

cabalgando hacia el tuyo.

Soy un acuífero, un manantial:

un arrecife donde los corales

expanden el tornasol

a descubrir nuevos matices

en las paletas del color.

Siento a los peces abriéndose paso

en las corrientes de agua dulce

y mientras nos acarician la espalda

pienso en tu belleza

pero no lo digo en voz alta

para no dañar el silencio.

Soy un iceberg derritiéndose

en tus labios, refugio

del ritmo vertiginoso de la ciudad

de todo golpe de la nostalgia.

 

© Andrea Marone

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