María Paula Mones Ruiz comparte a Castresana/ del Río/Velázquez
De cuando visité por primera vez el Templo
Mayor
En el campo, el silencio de noche es como
un golpe
de martillo en las orejas. Por eso cuando
era chica,
yo quería un dios o una diosa que me
ayudara a dormir.
No me servía un hombre que elegía a otros
hombres
para enviarlos por el mundo a contar sus
hazañas.
Ni una virgen que limpiaba con lágrimas
las heridas del hijo, que aceptaba el
misterio
y subía a los cielos. Esclava y sin
manchas.
Tampoco, ese hijo que ofrecía la mejilla y
después,
mientras sufría sabiéndose dios,
llamaba al padre llorando de miedo.
No.
Me hubiera encantado tener una diosa
de torso desnudo, con falda de serpientes,
con rodilleras hechas de cráneos de los
tontos
y los pies bien metidos en el fuego,
que mostrara las piernas abiertas, las
garras
y tuviera un serrucho por lengua.
Que viniera, no a salvarme
sino a enseñarme a matar a la madre,
que luchara con el hermano deforme
y perdiera la cabeza entre las piedras.
Ahora, no necesito nada para mí,
aprendí a dormir sola. Pero para mi hija
yo quisiera una diosa que sangre.
Soledad Castresana
Retórica del álamo y el viento
Escuálido como un hombre de pueblo
marchito.
No tiene ademanes sueltos como el sauce,
ni se cubre de flores rojas como el ceibo.
Monet deseaba pintar así como el pájaro
canta
lo plasmó en arboleda en serie,
gama de rojos, púrpuras, azules.
Verdinegro de noche entre la masa opaca de
los árboles.
Y a mí que no poseo el arte del pincel
ese árbol modesto, la ligereza de sus
ramas,
las voces danzarinas, las voces del
follaje,
el sueño despierto del árbol a la hora de
siesta
me fascinan.
En un susurro se hila y se deshila.
Se diría que reposa. Efímero letargo.
Basta un tropel de nubes, truenos, lluvia
para que devenga un remolino de viento,
ramas,
hojas, e intente huir como pájaro herido.
Delirio del árbol, retórica del álamo y el
viento
Blanca del Río
EPÍLOGO
“El
día del fin del mundo será limpio y ordenado
como el cuaderno del mejor alumno”.
JORGE TEILLIER
Estaré aquí cuando se acabe el mundo.
Voy a mirar la claridad por última vez
en la mansedumbre de tus ojos.
Será en la tarde cuando llegará el fin,
inesperado y tierno
ha de entrar en nuestra conciencia.
No habrá temor…
como una ráfaga entre las nubes
vendrá su rayo,
apenas si nos daremos cuenta.
Esos instantes van a provocar la armonía
mientras caen las hojas de los árboles.
El tren en su ritual vespertino
se dejara oír como a las seis,
y los empleados han de de alistar sus cosas
para no volver nunca más.
La penumbra
amiga
del relámpago y la sombra
se adueñará de nuestros pensamientos,
y como si aún fuéramos novios
nos besaremos como la primera vez
en la intimidad de la calle vacía…
Al calor de nuestros cuerpos
el final
será tan breve
como el paso de los pájaros.
Santos Velázquez
Etiquetas: María Paula Mones Ruiz
10 comentarios:
Gracias Pauli y a tus poetas invitades. Abz, Gus.
Gracias a vos Gustavo por esta difusión a mis invitados que admiro mucho. Abrazo María Paula Mones Ruiz
Gracias, María Paula, por acordarte de mí y gracias a Gustavo por el espacio.
Hermoso leerlos. Gracias por presentarlos. ❤️🦋 Graciela Ballesteros
Tremenda poesía! Gracias por compartirlos! Un placer descubrirlos.
Gracias querida María Paula por esta invitación. Gracias también a Gustavo Tisocco.
Un abrazo para los dos
Muy buenos los poetas que elegiste, sobre todo Soledad Castresana.
Agradecimientos de corazón para ti querida Paula y para Gustavo por esta hermosa invitación . Mi abrazo. Blanca del Río V.
Un privilegio esta invitación poética . Querida Paula , querido Gustavo Tissoco Desde Chile mis agradecimientos Blanca del Río V.
Querida Paula. Desde Montevideo te envío mi recuerdo cariñoso y mi saludo. Gran iniciativa hacer públicos estos hermosos poemas y a sus autores. Recibe mi abrazo, Maritza Barreto
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