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27/6/23

María Paula Mones Ruiz comparte a Castresana/ del Río/Velázquez

 

 

De cuando visité por primera vez el Templo Mayor

 

En el campo, el silencio de noche es como un golpe

de martillo en las orejas. Por eso cuando era chica,

yo quería un dios o una diosa que me ayudara a dormir.

No me servía un hombre que elegía a otros hombres

para enviarlos por el mundo a contar sus hazañas.

Ni una virgen que limpiaba con lágrimas

las heridas del hijo, que aceptaba el misterio

y subía a los cielos. Esclava y sin manchas.

Tampoco, ese hijo que ofrecía la mejilla y después,

mientras sufría sabiéndose dios,

llamaba al padre llorando de miedo.

No.

 

Me hubiera encantado tener una diosa

de torso desnudo, con falda de serpientes,

con rodilleras hechas de cráneos de los tontos

y los pies bien metidos en el fuego,

que mostrara las piernas abiertas, las garras

y tuviera un serrucho por lengua.

Que viniera, no a salvarme

sino a enseñarme a matar a la madre,

que luchara con el hermano deforme

y perdiera la cabeza entre las piedras.

 

Ahora, no necesito nada para mí,

aprendí a dormir sola. Pero para mi hija

yo quisiera una diosa que sangre.

 

Soledad Castresana

 


Retórica del álamo y el viento

 

Escuálido como un hombre de pueblo marchito.

No tiene ademanes sueltos como el sauce,

ni se cubre de flores rojas como el ceibo.

Monet deseaba pintar así como el pájaro canta

lo plasmó en arboleda en serie,

gama de rojos, púrpuras, azules.

Verdinegro de noche entre la masa opaca de los árboles.

Y a mí que no poseo el arte del pincel

ese árbol modesto, la ligereza de sus ramas,

las voces danzarinas, las voces del follaje,

el sueño despierto del árbol a la hora de siesta

me fascinan.

En un susurro se hila y se deshila.

Se diría que reposa. Efímero letargo.

Basta un tropel de nubes, truenos, lluvia

para que devenga un remolino de viento, ramas,

hojas, e intente huir como pájaro herido.

 

Delirio del árbol, retórica del álamo y el viento

 

Blanca del Río

 


EPÍLOGO


 “El día del fin del mundo será limpio y ordenado

como el cuaderno del mejor alumno”.

JORGE TEILLIER

 

Estaré aquí cuando se acabe el mundo.

Voy a mirar la claridad por última vez

en la mansedumbre de tus ojos.

Será en la tarde cuando llegará el fin,

inesperado y tierno

ha de entrar en nuestra conciencia.

No habrá temor…

como una ráfaga entre las nubes

vendrá su rayo,

apenas si nos daremos cuenta.

Esos instantes van a provocar la armonía

mientras caen las hojas de los árboles.

 

El tren en su ritual vespertino

se dejara oír como a las seis,

y los empleados han de de alistar sus cosas

para no volver nunca más.

 

La penumbra

amiga  del relámpago y  la sombra

se adueñará de nuestros pensamientos,

y como si aún fuéramos novios

nos besaremos como la primera vez

en la intimidad de la calle vacía…

 

Al calor de nuestros cuerpos

el final

será tan breve

como el paso de los pájaros.

                                              

Santos Velázquez

10 comentarios:

  1. Gracias Pauli y a tus poetas invitades. Abz, Gus.

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    1. Gracias a vos Gustavo por esta difusión a mis invitados que admiro mucho. Abrazo María Paula Mones Ruiz

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  2. Gracias, María Paula, por acordarte de mí y gracias a Gustavo por el espacio.

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  3. Hermoso leerlos. Gracias por presentarlos. ❤️🦋 Graciela Ballesteros

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  4. Tremenda poesía! Gracias por compartirlos! Un placer descubrirlos.

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  5. Gracias querida María Paula por esta invitación. Gracias también a Gustavo Tisocco.
    Un abrazo para los dos

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  6. Muy buenos los poetas que elegiste, sobre todo Soledad Castresana.

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  7. Agradecimientos de corazón para ti querida Paula y para Gustavo por esta hermosa invitación . Mi abrazo. Blanca del Río V.

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  8. Un privilegio esta invitación poética . Querida Paula , querido Gustavo Tissoco Desde Chile mis agradecimientos Blanca del Río V.

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  9. Querida Paula. Desde Montevideo te envío mi recuerdo cariñoso y mi saludo. Gran iniciativa hacer públicos estos hermosos poemas y a sus autores. Recibe mi abrazo, Maritza Barreto

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