Páginas

16/5/23

Poema de María Soledad Gutierrez Eguía

 


ENSUEÑO

 

En tu vientre reposa el agua, vertiente no, un refulgir de tus pupilas crisálidas.

Bastó un aleteo y cambió el mundo, ¿cambió?

Cuando tus ojos supieron ver con la mirada antigua del rojo en las mejillas;

de la jaula que no es jaula; y la semilla amanecida en el canto donde nacen

las casas que te habitan. No cedas al rostro, al que te mira la vida.

Es el tiempo del violín para oficiar la luz y de la abolición de las horas sucesivas.

Y aquella mirada que mira mirar, ha enceguecido tus ojos de tanto abismo.

 

“Ella está ciega”. No oigas. No, a tientas.

No, aún. No, con boca de trampa. No reclames; no en torno a tus huesos.

No ahora, no siempre en el subsuelo.

No hacia el fondo, o sí, más al fondo del fondo.

Escena blanca y un soplo. Espejando la ventana; un soplo.

“Solo continúa aleteando aquello preparado para partir”.

La migración de ti en lo que ves que ven todos, y es, en todos.

Mantenerse en pie implica el esfuerzo de medir el soborno en la inmovilidad.

Y el invierno que se yergue en lo que permanece desnudo y grita,

desde el principio del mundo.

 

¿Dónde reside lo real cuando el ensueño y sus visiones han decantado

la sombra? Esta se restituye —reloj de arena— en lo sucesivo.

El coro insepulto de las apariciones corta el hilo del exilio.

El mismo que estranguló en la vigilia un puñado de niebla; que profanó con sus nudos de música la soluble sustancia en tus entrañas de sal.

Y este sol de ayer que olvidó el día, y el remoto revés del cielo

extendiendo la punta del ovillo que aferras consagrada al esfuerzo de respirar.

 

Y ese puente que se extiende desde el discernimiento

hasta lo profuso del instinto, el mismo, el mediador, entre la sentencia

y el amparo.

Y la infancia que te avienta al charco donde bebe el pájaro;

sus alas cortan el brazo del humedal, vuela hacia la desesperanza.

Pero tus ojos insisten en contemplar el final, porque aún no entienden

que al otro lado de la noche el último llamado devoró la luz.

       “Una niña aúlla hasta arrancarse los ojos”.

 

© María Soledad Gutierrez Eguía

3 comentarios: