16/5/23

Poema de Jorgelina Soulet

 


 

Contra la tarde anaranjada

se recuestan

las torres del Fuerte.

Parece un pueblo tranquilo

aquel que se yergue

cruzando la avenida.

De niña pensaba

que eran indios

los habitantes de Fuerte Apache.

Como en una película de cowboys

imaginaba

los torsos desnudos

las plumas en el pelo

caballos, flechas, lanzas.

Las viejas del barrio decían

que cuando Perón

les regaló las casas

ellos hicieron fogatas con el parqué

y casi pude verlos

alrededor del fuego

bebiendo y cantando

toda la noche.

En febrero y marzo

los pibes del Fuerte

eran los mejores del corso

los más ágiles

los danzarines

los reyes del Carnaval.

Y cuando llovía

–¡ay, cuando llovía!–

y era un río la General Paz

muchos iban

a lanzarse de cabeza

desde el puente

porque

los pibes del Fuerte son delfines

cocodrilos

carpinchos

yaguaretés.

A veces

sacuden la noche a los tiros

porque escapan

o porque están de fiesta.

Y en Navidad

a las doce en punto

encienden bengalas

cañitas voladoras

y el cielo se ilumina para todes.

 

© Jorgelina Soulet

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