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10/2/23

Poema de María Ángeles Pérez López

 


 

Las palabras que masca la mujer

son lodo desplazándose en la boca

como un tsunami sucio y no lejano.

Entra y sale la furia sin esquinas

y los dientes se atoran, dificultan,

tropiezan con neumáticos y cuerpos,

con porciones minúsculas de fe.

El mar muerde su lengua hasta que sangra

y después del derrumbe, la imprudencia,

la cólera arrasada por la espuma,

se duerme serenísimo y feliz

como un niño agotado de correr

tras las gaviotas blancas y carnívoras.

 

Las palabras que masca la mujer

son lodo resbalando por su cuerpo

como un tsunami sucio y no lejano.

Cuando ella recompone el corazón,

su pelo desgajado que las algas

han cosido de verde y de violencia,

las piernas como versos heptasílabos

de un haikú lacerado en su mitad

y mudo en la mudez de cinco tonos,

separa de su piel los peces muertos,

las escamas doradas de las carpas,

el amianto adherido a su dolor.

 

De su concha sin nácar ni coral

brota entera y desnuda la mujer

como Venus ajada y resurgida.

 

© María Ángeles Pérez López

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