Poema de María Ángeles Pérez López
Las palabras que masca la mujer
son lodo desplazándose en la boca
como un tsunami sucio y no lejano.
Entra y sale la furia sin esquinas
y los dientes se atoran, dificultan,
tropiezan con neumáticos y cuerpos,
con porciones minúsculas de fe.
El mar muerde su lengua hasta que sangra
y después del derrumbe, la imprudencia,
la cólera arrasada por la espuma,
se duerme serenísimo y feliz
como un niño agotado de correr
tras las gaviotas blancas y carnívoras.
Las palabras que masca la mujer
son lodo resbalando por su cuerpo
como un tsunami sucio y no lejano.
Cuando ella recompone el corazón,
su pelo desgajado que las algas
han cosido de verde y de violencia,
las piernas como versos heptasílabos
de un haikú lacerado en su mitad
y mudo en la mudez de cinco tonos,
separa de su piel los peces muertos,
las escamas doradas de las carpas,
el amianto adherido a su dolor.
De su concha sin nácar ni coral
brota entera y desnuda la mujer
como Venus ajada y resurgida.
© María Ángeles Pérez
López
Etiquetas: María Ángeles Pérez López
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio