Carta fechada en viernes, día de transmutaciones mágicas
En esta gris colgadura de viernes, huele a
agua de lluvia contenida en cántaro de arcilla.
He acariciado la fotografía de mi madre, su
collar de vidrios, he caminado por el patio hasta develar la razón de esta
inquietud como se descubre un párrafo asombroso. Urge preguntarte si las manos
del poeta son hermafroditas…
Mi mano masculina ama los impulsos de la
mano femenina, su exasperante ansiedad, su olor a flores.
¿Habrá de percibir algún amante
polisexuales furias y voluntades?
¿Cuántos sexos tienen las manos, los ojos;
qué hormona vitaliza la filosofía?
Cuando éramos muy jóvenes, el sexo era cosa
de camaradas.
Nuestra muerta canción nos instigó a pedir
disculpas.
Hay una larga fila de mendigos aguardando a
la orilla del mar.
Tengo miedo, te confieso, de formar fila en
la playa buscando en mi sombra el espejo del ser.
Toma por favor esta carta, cuando la leas,
entre tu mano de morir y tu mano de existir.
© Eugenia Cabral
Ay poeta! Cuánta sugerencia y belleza en cada atisbo de pregunta no dicha.!
ResponderEliminarTexto magistral Eugenia. Felicitaciones por tu premio Horacio Armani de la Fundación Victoria Ocampo 2021. Abrazo grande, Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy interesante y difeente,
ResponderEliminarBellísimo!!
ResponderEliminarhermosas esas manos, Euge!
ResponderEliminargracias
abrazo
Claudia
Entre tus manos se deslizan estos versos y la palabra sostiene en imágenes la belleza.
ResponderEliminarMuy bueno!
Hondo poema. Gracias.
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