Poema de Lydia Helander
DESPOSEÍDOS
Dicen que al morir
un tehuelche,
aquellos
que lo sobreviven
cambian el nombre
de sus cosas.
No importa
si todo lo que tuvo
fue sólo el quillango,
su perro,
algún cuchillo,
las piedras oscuras
de sus flechas
y el aullido
del viento.
No importa
si el quillango
le dio abrigo,
su perro
compañía,
o usó el cuchillo
inocente,
para trozar
el alimento,
ni si las piedras oscuras
de sus flechas
le sirvieron
como estoica defensa.
Allí,
en esa ventolera
donde el mundo
parece desaparecer
y es vuelto a crear
como el Tehuelche
una y otra vez.
© Lydia Helander
Etiquetas: Lydia Helander
2 comentarios:
Hábitos que justifican...
Gracias Gustavo Tisocco!!!
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