Di mi primer paso entre el polvo.
Inge Müller
Los vecinos salen a la calle.
Los muebles tiritan
como las teclas de un viejo piano.
Las paredes se estremecen.
Hay un anillo brumoso rodeando la luna;
va a haber viento mañana, dicen las viejas.
Los perros aúllan y se detienen,
aúllan y se detienen;
las aves se guarecieron antes.
Lejos, se congelan las cañerías de las
casas.
La helada camina por el monte
con los pasos de una madre
que, suelta para liberar,
no la interrumpen ni las llamas
danzando en el hueco de las chimeneas.
La ciudad es más grande y desierta,
crece sobre sus ruinas
con la fuerza de lo prohibido.
Pero, si sabemos oírlos y esperar,
los muertos se nos develan:
en los lomos de los gatos
que se arquean en los temblores,
en las ramas de los álamos
que ceden
los días fríos,
en los rieles de los trenes
que dejaron hace rato de pasar.
Y, cuando eso sucede,
el silencio te rodea con un solo brazo,
como el anillo plateado de la luna.
Los vecinos regresan a sus viviendas
con el sismo atrapado entre los huesos.
La amiga llama, tarde, por teléfono:
dice que piensa en el suicidio.
© Sabrina Barrego
Hermoso poema..ufff ❤🦋
ResponderEliminarMuy lindo poema Sabrina
ResponderEliminarUf! Es la luna. Magnífico.
ResponderEliminarMe atrapó tu poema... Gracias por eso!
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