Poema de Blanca Lema
Mientras
esperaba un pasaporte falso,
viví una semana con una araña.
Soledad
Miro a la
araña que me mira
en esta
casa que no tiene dirección.
Las voces
de sus patas deletrean cien nombres.
Quieren
encontrar el mío de verdad.
La dejo
jugar al “quién es”,
como si
fuese una niña en un trapecio.
Disfruto de
su ternura, sin darme cuenta
que también
es la mía.
—¿Ana?,
¿María?, ¿Juana?
El tiempo
se ha bajado de su silla de ruedas
y avanza
sobre mí con el estómago vacío.
La araña
detiene su silabeo.
Sabe que
tengo en mi mano
el
picaporte del universo que se aleja.
¡Cómo
calla!, la niña.
Cómo sabe.
© Blanca Lema
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