21/2/22

Poema de Alejandra Bosch

 


Espadas de san Jorge en mi jardín

no pueden tocarme, tengo la espada

mato al dragón y me salvo.

Lucecitas, cintas rojas en la muñeca

en el collar de la sirena, en el pulgar

de mi hijo.

Un verano de estos, me escapo

y vuelvo a mi casa entre eucaliptus.

Una vez, postee un poema

y me dijeron, qué bueno

dale, dale, dale.

La casa donde los poemas existen

es múltiple y vital y no es

un castillo

ni de cristal, ni de barro

un lugar mío, soy la dueña.

No sé en qué playa llena

de mariposas rosas abiertas

están los recuerdos y los sueños.

Es un lugar lleno de amigos

un espacio dónde estoy, sentada mirando

una pantalla, una salida hacia el espacio

húmedo, de los pueblos costeros

sin nada que los cuide y los salve

del progreso.

Una espada de San Jorge

un viento, unas velas

niños y sus nacimientos, sus nombres

y sus bautismos

todos vivos mientras desciende

fría la cerveza.

 

© Alejandra Bosch

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