Girasol
Conmoverse
ante una pequeña
experiencia estética.
Sumergirse ahí
en el instante poético
en que una abeja
está inmersa
en el vasto y delicioso polen
que ofrecen los pistilos
del único girasol
que crece
en el suburbio,
más allá de los límites
dónde gobierna la tristeza.
Eso es, sin dudas,
la felicidad.
© Marx Bauzá
bellísimo
ResponderEliminarBreve y bueno.
ResponderEliminarSaludos
Anahí Duzevich Bezoz
Y, si...Lo simple da felicidad.
ResponderEliminarBuen poema que nos acerca a la felicidad.
ResponderEliminarAna Romano.