Te deseo
que no transformes tu gran amor en gran
odio
que sepas entender el silencio herido del
otro dolido
que puedas contemplar con fe masticada este
porvenir de piedra
que quieras hacer un dibujo en el vidrio
empañado
que tires piedras al agua
que debas mojarte
que no te moleste
que seques,
y vuelvas.
Deseo que tu nombre sea en los labios de
alguien como el pan de azúcar
que tu sonrisa refleje en el ojo brillante
de un hijo
que beses sus lágrimas
que bese las tuyas
que sanen
se rompan
vuelvan a sanarse,
sigan.
Y te deseo la risa.
Pero no la constante y sonora risa, sino la
risa inocente de aquel que ríe sin daño.
También deseo tu llanto,
y en algún momento el ceño fruncido, y el
grito.
Que no te gane el deseo de hacer un poema
en la bala.
Que no lo tengas, poeta.
Pero que sin embargo un día lo vivas como
aire
y que sirva.
Que sea justicia la terca justicia del
pueblo,
esa que tiene alojada en su fe la forma de
todo,
de lo que hemos amado,
de lo que hemos perdido,
de lo que quiso la muerte,
de lo que la vida no.
Eso también nos deseo:
el cuarto pétalo del trébol
la margarita
el agua
el hijo
la sed
la alegría inexperta
la risa
la vida buena.
© Viviana Ayilef
Elevada forma de plegaria, tus deseos luminosos hechos palabras y poema. Alfredo Lemon
ResponderEliminarHermoso cantó a la vida!!! gracias
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