16/11/21

Poema de Daniela Lourdes Bastías

  


UNA VEZ FUI UN MUCHACHO

 

Una vez fui un muchacho, me ví

como en un sueño claro, yo

caminaba, mi camisa tenía

los colores de la tierra, yo mismo

iba hacia la tierra junto al sol

de la mañana caminaba

el sol

era distinto, suspendido,

quieto sobre un fondo de aire, yo

podía ver las marcas que los rayos dejaban

a su paso, lilas, naranjas, hambrientas de

la luz por la luz en su lenguaje de piedras.

Esta imagen no podía cambiar, sólo

expandirse, nacerse a si misma, no podía

cambiar, era tan diáfana que podía yo hacer con las partículas

un collar de perlas, ¿amaba yo a una mujer,

sufría o abrigaba en mi interior alguna

esperanza?

el mundo era brillante, tenía

la sonoridad de los pájaros, de esa curva

que forma como el gesto de una mano sus delicados vientres.

Todo el monte se abría a ambos lados

del camino, mi vista alcanzaba los techos

de pequeños poblados, yo

caminaba, una música familiar embriagaba

mi pesada cabeza, también entonces lo beatífico de vivir

era haber nacido en esa misma tierra que veían mis ojos, ella me había dado

un carácter y un nombre y por fin

comprendía yo cabalmente que no importaba

el futuro ni el presente sino

el pasado, un pasado común

como un animal pequeño.

Una vez fui un muchacho

llegaba yo sereno a los bordes de una enorme laguna, unos débiles

juncos se movían levemente, circularmente, yuyitos

verdes y amarillos

me hacían la señal, abría mis manos,

las semillas de fresno

tocaban las aureolas de luz y yo

me sumergía en las aguas.

 

© Daniela Lourdes Bastías

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