22/9/21

Texto de Verónica Pérez Arango

 


De chico eras desgarbado. Las orejas, sobresalientes como asas. Tu padre se encargaba de prepararte el desayuno porque con esa primera comida creía que iba a poder modificar tu aspecto de “palo de escoba”. Después de que te pusieras los pantalones cortos, antes de ir a la escuela, te sentabas frente a la taza hirviendo. El olor que salía te daba arcadas. El café con leche con un gran trozo de manteca flotaba a la manera de una balsa mientras iba derritiéndose con lentitud hasta ser nada más que un manchón dorado.


© Verónica Pérez Arango

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio