Poema de Sandra Pien
MOVIMIENTO EN OCHO POEMAS
II
 
En esas
horas de poco antes del amanecer
las del
eterno retorno y otras yerbas
las de
aprender a esperar que llegará la noche 
frente al
espejo 
me miro hoy
las arrugas 
esas
arrugas de las manos aldeanas y escuetas
y las de
los pliegues de la vida en la cara 
acebollado
pan circular  
las que
sonriendo me aparecen
y las que
se borran llorando.
 
Me acerco
un poco más a la luna
abismal
vidrio corrector del mundo
y allí el
asombro de la armonía del misterio
donde
irradia esta rara y mutua incertidumbre 
me susurra
sentencioso
                    no se puede
reducir lo real
                   no se pueden liberar las sombras.
Fui elegida
me digo y sin embargo aprisionada
por el
feliz infinito inmensurable.
 
El
necesario indicio 
de la
mirada abierta me pregunta
en cada
segundo de esos roces que se agitan 
aquí y allá
y buscando todos los canales
qué hizo 
qué hace de
mí este amor.
El cielo
rojo asomó con un café.
Entonces me repito desde entonces
el verbo
pulsa y a veces tiembla.
© Sandra Pien
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