15/8/21

Poema de Miguel Ángel Federik

  


La mecedora de mimbre y el corredor colorado.

A las tres de la tarde la mesa aún servida

y el vuelo blanco del mantel,

como un sudario campesino, moviéndose a destajo.

 

Las patinadas piñas de los relojes de Schwarzwald

caían como uvas reincidentes al peltre de la casa.

 

Los perros, echados y faraones,

miraban indolentes el natatorio de moscas

que era el aire.

 

Alucinado en secas el campo de se venía,

como un perdón reptil a las tranqueras.

 

© Miguel Ángel Federik

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