Mi padre se
fue una tarde
en que el
sol brillaba demasiado,
no quiso
beberse el trago de día que quedaba
su cuerpo
cansado de madrugadas frías e intemperie.
Su mano
tibia de acariciar terneros
y ordeñar
vacas gordas blanquinegras,
su paso
corto de fumar largo,
su palabra
justa y poca,
su pasión
por los autos,
sus ojos
verdegrises de mirada tierna.
Y tuve que
aprender de golpe a caminar
sin su mano.
© Stella Marys Darraidou
Qué poema sublime. Su paso corto de fumar largo... tiempo, cadencia, silabeo perfectos
ResponderEliminarUn poema conmovedor que retrata a un padre que a pesar de no estar sigue estando en la ternura que sembró.
ResponderEliminarUn abrazo
Juany Rojas
Nos dice a todos ese poema. Gracias
ResponderEliminarNos dice a todos ese poema. Gracias
ResponderEliminarQué música hay en tus versos, Stella. Un himno precioso. La muerte desafina. Nos enseña a caminar solos.
ResponderEliminarTe abrazo
Claudia
Gracias a todos por sus palabras, ¡muchas gracias!
ResponderEliminarGracias Gustavo.
Stella Marys