Poema de María Ángeles Pérez López
Igual que
un chopo enfermo, la mujer
pierde
trozos de piel y de corteza,
tapa con
antibióticos su herida
y se
pregunta cómo sobrevive
a esta
pasión que quema lo que toca,
este zumo
de ortigas, esta ausencia
que abrasa
los pezones, la pelusa
de la
orejita mansa y proverbial
que se
incendió en el fuego de querer
al hombre
que no está, su olvidación
como una
herida larga e inexorable.
Sobre el
cuerpo abrasado, sobre el árbol
que el
hombre penetró con su cuchillo
para
grabarle letras inconclusas
y dejar un
silencio sin ventanas
en que se
estrellan rotas las alondras,
la mujer se
enfurece, se resiste,
llora
madera blanda, podredumbre
de harina
cercenada y sin tamiz.
¿Qué
importan las palabras con que él hizo
que creciera
el deseo, la chopera?
No hay nada
que contarle al corazón
si se
quebraron pájaros y ramas,
si su
ausencia volvió toxicidad
la
descomposición de la madera,
una nube de
zinc irrespirable
como un
hongo que crece en la corriente.
Igual que
un chopo enfermo, la mujer
pinta en su
herida el nombre, se obsesiona,
inventa
maldiciones, se desgana,
lamenta su
atadura, su raíz
y pierde la
corteza y sus ahíncos.
La
pudrición del árbol sobre el cuerpo
es una
forma amarga del amor.
© María Ángeles Pérez López
Etiquetas: María Ángeles Pérez López
2 comentarios:
Muy bueno. Y con un final contundente y conmovedor: "La pudrición del árbol sobre el cuerpo/ es una forma amarga del amor". Gracias! Desde Córdoba, Alfredo Lemon
Muy bueno. "una forma amarga del amor". Me gustó mucho este poema. Gracias por compartir.
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