EL COCINERO
Platos
fríos en las palabras;
algunas
copas pisoteando la sal y las magnolias;
todos los
gritos de la mouse de limón
en los
recuerdos sin pulir;
el delantal
espeso sobre el pan y los frutos.
Una batalla
contra ingredientes insensibles.
Azafrán y
cúrcuma;
otra placa
con ideas maceradas en la infusión de pimienta;
caramelo
líquido cristalizado en el molde de las intenciones.
Dulce de
naranja ácido
en el
corazón;
el
coriandro bosteza una calma húmeda
frente al
bullicio de la cocina;
plumas de
chocolate
en el
pastel de invierno
y la mano
cierta que da el último toque de magia,
justo
cuando
la ventana
sediciosa
vuela las
recetas y la harina.
Un poco de
humo,
una pizca
de ingenio,
y toda la
sazón
en el
temple
que se
cuece a temperatura ambiente,
entre los
hinojos y esa soledad
que no
condimenta la exactitud de las medidas
ni incinera
la furia de los hornos.
Una cebolla
cómplice
timonea un
mar detrás de los párpados.
El cocinero
sabe,
es apenas
un truco
que se
parece al llanto.
© Teresa Palazzo Conti
Teresa: Genial" Extraigo "caramelo líquido cristalizado en el molde de las intenciones.
ResponderEliminarAbrazo.
Tere Vaccaro.