Llega, te
enfrenta,
te muestra el abismo su fondo más oscuro,
la noche.
Golpea tu
pecho
lo estruja
como a un papel de seda.
Te deja sin
habla
sólo
lágrimas.
Nada, nadie
puede
sostener tu
alma entonces.
No responde
a reclamos, abrazos,
amenazas, ni a la ciencia
que sabía
cómo hacerlo… hasta que ella asoma.
Así, como
si fuese natural
como si
de tierra fuéramos
nos
devuelve a ella.
No se
inquita, no llora ni reclama ni reza
ni argumenta.
Sin
cálculos de horas ni segundos amados
sin manos
extendidas "pidiendo piedad", va.
Es tan
indolente.
La muerte.
Josefina.
© Marta Comelli
Crudeza de la realidad. Buen poema!
ResponderEliminardescripta con dolor, con total realidad. así es, marta querida , susana zazzetti.
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