26/10/20

Poema de Mariana Finochietto

 


 

El olor de los eucaliptos

 

Mi hija y yo

salimos a caminar,

por la mañana.

bajo la sombra de los eucaliptos.

Huele, le dije,

a vapor medicinal.

Ella se rió.

Y le conté de las horas en vela

con los cuartos ahumados

por la tos de los hijos,

de mi madre y el tarro sobre un calentador

horas y horas hirviendo una tisana ardiente

cuando mi hermano

se rompía el pecho

en el intento de respirar.

 

Mi hija escuchó.

Su paso acompasaba el mío.

Hay tanto que no sabe aún,

pensé.

Apenas si dejó los dieciséis

y mira al mundo con asombro,

como el que se va de vacaciones

cada día

a un lugar distinto.

Yo también tuve alguna vez mis dieciséis

y era fresca

y poderosa,

y  todo el universo estaba abierto para mí.

 

Todos deberían ser felices

a los dieciséis

porque son chiquitos, todavía,

y no saben mucho de las cosas más elementales,

como la fiebre de los hijos

o pedir ayuda a tiempo.

Debería existir una ley para cuidarlos

de la crueldad

que ronda en cada esquina,

y es más monstruosa que el ogro de los cuentos.

El mundo

debería cuidar de los pequeños,

para que puedan andar

por las calles

ocupados en vivir

con los ojos abiertos.

 

© Mariana Finochietto

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2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Bellísimo Mariana!!
Una voz nueva hablando de experiencias viejas, con serena sonoridad.

Susana Giraudo

1 de noviembre de 2020, 13:48  
Blogger flora levi ha dicho...

Muy Bello, aún recuerdo el aroma delos eucaliptos ardiendo , sanando el aire
Flora L

2 de noviembre de 2020, 14:15  

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