21/9/20

Poema de Marta Zabaleta

 


El retorno de las sombras caminantes

 

Acechante

la hermosura

se transmuta

en reciclajes:

caricias

galletas de nuez

y unos rayos de lujuria:

son las canas que se anuncian 

en el pelo desprendido

de la alteza adolescente

y transpiran sus temores.

 

Gente, pueblo. Huesos.

Una tumba que agoniza

Impávida a sus verdugos

Un cementerio marino que se esfuma en lontananza.

Entre los huasos

una muerte de rodeo,

entre nosotros

una quimera en derrumbe.

 

Y una espera.

De balcones

con retamas,

de atardeceres que en himno

celebren la primavera

Ay Tomé de mis amores

no me columpies al viento

No me barras las paredes

para beberme las venas

No me culpes

No me impíes

No me dirijas faroles

No me digas que no es nada que el tiempo corre y no pasa

Junto al río la mordaza, junto a la malva el cencerro, junto

Muy lejos, mi calma. El zumbar y la manzana.

Sin más claro que la piel

para adornarme el espejo.

Vendimias de las amarras

Noches de las velas largas. 

Porvenir de los rencores

Agonizado en espera

Cariño de las parejas

Pintadas sobre la playa.

 

Ventarrón, y casa nueva.

Enredadera del patio, parrón y noche serena.

Chile lindo en mis recuerdos

Hija; quema tu cuerpo, cantando.

 

 © Marta Zabaleta

Foto de Yanina Hinrichsen (enviada por la autora del poema)

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