Poema de Marta Zabaleta
El retorno de las sombras caminantes
Acechante
la hermosura
se transmuta
en reciclajes:
caricias
galletas de nuez
y unos rayos de lujuria:
son las canas que se anuncian
en el pelo desprendido
de la alteza adolescente
y transpiran sus temores.
Gente, pueblo. Huesos.
Una tumba que agoniza
Impávida a sus verdugos
Un cementerio marino que se esfuma en
lontananza.
Entre los huasos
una muerte de rodeo,
entre nosotros
una quimera en derrumbe.
Y una espera.
De balcones
con retamas,
de atardeceres que en himno
celebren la primavera
Ay Tomé de mis amores
no me columpies al viento
No me barras las paredes
para beberme las venas
No me culpes
No me impíes
No me dirijas faroles
No me digas que no es nada que el tiempo
corre y no pasa
Junto al río la mordaza, junto a la malva
el cencerro, junto
Muy lejos, mi calma. El zumbar y la
manzana.
Sin más claro que la piel
para adornarme el espejo.
Vendimias de las amarras
Noches de las velas largas.
Porvenir de los rencores
Agonizado en espera
Cariño de las parejas
Pintadas sobre la playa.
Ventarrón, y casa nueva.
Enredadera del patio, parrón y noche
serena.
Chile lindo en mis recuerdos
Hija; quema tu cuerpo, cantando.
Foto de Yanina Hinrichsen (enviada por la
autora del poema)
Etiquetas: Marta Zabaleta
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