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30/9/20

Poema de María Fernanda Regueiro

  


Tengo un crucifijo de barro

me lo regaló una niña

en la plaza

tenía  ojos azabache

de tanto mirar la oscuridad

 

mi padre tenía un crucifijo de barro 

arriba de su cama 

se lo compró a los nativos de Bolivia

lo envolvió en una bolsa

y se trajo a Dios en el bolsillo

 

cuando envejeció

tenía los ojos celestes

de tanto mirar el cielo.

 

© María Fernanda Regueiro

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