Tengo un crucifijo de barro
me lo regaló una niña
en la plaza
tenía
ojos azabache
de tanto mirar la oscuridad
mi padre tenía un crucifijo de barro
arriba de su cama
se lo compró a los nativos de Bolivia
lo envolvió en una bolsa
y se trajo a Dios en el bolsillo
cuando envejeció
tenía los ojos celestes
de tanto mirar el cielo.
© María Fernanda
Regueiro
hermoso,
ResponderEliminar"...Se trajo a Dios en el bolsillo." Hermosa idea! Bello, gracias!!
ResponderEliminarsimplemente exquisito! susana zazzetti.
ResponderEliminarGracias! abrazo fuerte a la distancia
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