LA CASA
la casa está herida
no hay voces, ni canción de cuna
ni olor a manzanas asándose al horno.
sólo quedó aquel crujido de huesos,
astillas clavándose en el cuerpo.
la casa tenía un destello de azules
que cruzaba el umbral por las mañanas
y entibiaba los tarritos que guardan
especias.
tenía un hogar encendido.
alguna vez fue la paz, otras la guerra.
sin embargo era mejor aquel tronar del
fuego,
aquel silencio apacible
que este frío que la atraviesa como una
navaja
que usurpa y devora el misterio de las
cosas:
las breves macetas, el mantel a cuadros,
los retratos custodios de la vida
la ropa inmóvil, esos adornitos
tornasolados,
el almohadón bordado de pájaros.
desde aquel grito, aquel crujido de huesos,
la casa agoniza en un dolor constante.
© Ana Gervasio
Hermoso poema Ana, la casa, ese lugar donde retorna siempre el niño que llevamos guardado. Abrazo.
ResponderEliminarUn poema con su ritmo constante hasta que se agota!!
ResponderEliminarExtraigo "La casa tenía un destello de azules/ que cruzaba el umbral por las mañanas" y me pareció genial y dolorosa la imagen de "la ropa inmóvil"
Gracias!
Teresa Vaccaro
Muchas gracias, Reynaldo y Teresa por leer con el corazón ♥
ResponderEliminarGracias, siempre, Gus por compartir con amor nuestra poesía.
La casa de la nostalgia, imágenes que siempre nos acompañan de un ayer estremecido. Gracias por decirlo tan bien. Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarGracias por acompañar mis palabras, Alfredo
ResponderEliminarMuy buen poema sobre las casa que está en nuestro recuerdo. Imágenesclogradas.
ResponderEliminarAna Romano
Intenso! Muy bueno! "la casa agoniza..."
ResponderEliminarGracias
norma starke
Me obligo a no ver más que poemas, así fueran los dedos de que alguien se sostiene en su cornisa. No creo que sirva remitir a los sentimientos del que lo produce: no le sirve al poeta ni le sirve al que se puso en su trayecto. Hay siempre una paloma niña que pretende volar y ser maravilla en lo alto: aplaudamos al poeta, cuya herida sabrà a luz.
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