Una túnica de monje te preserva
en la montaña Wu Dang,
donde tus manos refulgen.
Tu cuerpo se reclina frente al agua
en quince formas de felicidad.
Siento pudor de que me hayas tocado.
Sólo el humo de la pira
es más ágil que tus manos.
© Carina Sedevich
Bienvenida Carina a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos, un abz, Gus.
ResponderEliminarGracias a vos, Gustavo querido! Abrazo!
ResponderEliminarBienvenida Carina a este generoso sitio que Gustavo dirije hace 14 años. Tu poema me pareció místico y misterioso. Bendiciones! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarSugeridor, misterioso, profundo. Sabe jugar con los silencios. Muy bueno!.
ResponderEliminarBienvenida,es un buen poema que sugiere e intriga. Me gustó leerlo.
ResponderEliminarAna Romano
Coincido con los comentarios. Sutileza, misterio. Original mística. Edda Sartori
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