“Son los ojos de
mi mozaaaaa”
Con mi hermano
Jorge, no cabía ningún rezo
o súplica.
Todos los 24 de
junio me llevaba a los cines
para ver a
Gardel.
Y en el fondo, me
gustaba esa salida con mi hermano grande.
Era curiosa la
fauna de los cines de barrio.
Lugares lejanos
de donde yo salía picada por
chinches
perversas.
Con palcos
custodiados por angelitos
y puros hombres.
Ni una mujer. Excepto yo
pero todavía no
se me podía catalogar como mujer.
Y ahí estaba el
morocho del Abasto
con su pinta y su
hablar canyengue.
Siempre de frac.
Entonces, bajaba
adonde estaban los más pobres
bailando la jota
y se mezclaba con ellos mientras cantaba
y mi hermano me
decía: -Mirá a esa mujer sentada allá,
se parece a mamá.
Y era cierto. La
inmigrante con cara triste y peinada con raya al medio
se parecía a
mamá.
Y el buque seguía
su destino, y las mujeres hablaban raro,
en un castellano
que tropezaba,
y Carlitos seguía
cartando, y había un robo, y después
un tiro, y un tango
y aplausos o era al revés pero eso sí,
un final feliz.
Y a la salida,
ninguno de los hombres sonreía,
se ve que
extrañaban al zorzal criollo. Eran como sus viudos.
Y la vuelta a
casa, con Jorge cantando bajito, era eterna,
como la sonrisa
de Gardel.
© Alicia Márquez
¡Hermoso y conmovedor, tu poema, Alicia!
ResponderEliminarMe parece verte, casi niña, con tu hermano en ese cine de barrio ante la pantalla que revivía cada año, a su zorzal ausente.
Y diciendo como siempre: "Cada día canta mejor!
Aplausos y un beso grande
María Rosa León
Tu relato me llevó por un momento a ese cine. Gracias
ResponderEliminarHermosoooo!!! y por una cabeza, Gracias Ali!!
ResponderEliminarAndrea
Precioso, Alicia! Se escucha tu voz y la de Gardel y la de tu hermano. Tu manera de decir tan original mantiene el suspenso hasta el final de la película. Hermoso! Abrazo!
ResponderEliminarBravo Ali! Qué maravilla leerte!
ResponderEliminarBello,Alicia,bello
ResponderEliminarBello, Alicia, bello
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