Santiago Morinigo recuerda a José María Gómez Sanjurjo
Yo no sé
qué palabras decirte cuando tienes
las manos
caídas.
Cuando
tienes los ojos mojados e inmensos
como si
toda la ternura te cayese por ellos
velada y
sumisa como el roce de una lluvia finísima.
Pones en
tus párpados dormidos la curva de un
puente de
silencios
como si te
venciera la sombra de los volatineros
caprichos
del sueño.
Te
abandonas a la dulzura penosa de saber que el
amor es un
cuento repetido que acaba
en
tristezas,
y se te
nubla el encanto de presentir que una vez
besarás
estos labios con el mismo cariño
que esta
noche los besas.
Yo te
quiero dejar en la frente una altísima
caracola de
estrellas
para que
tus cabellos sueñen un camino de luces
cuando te
despeinas.
Pero no
puedo inventar una caricia para tus manos
cuando
están levemente caídas.
Yo no sé
qué palabras decirte cuando tienes los ojos
mojados por
una ternura finísima.
© José María Gómez Sanjurjo
SIN VELO
En esta
himnosis diaria
de
aferrarme en mí
más que en
todos
extirpando
pétalos mustios
de mi ser
entero
y permitir
el brillo
único de mi
esencia
sin que
distancias abismales
me
silencien en estas
ambigüedades
de lo disoluto
El alma
recoge lo que siembra
y a fuerza
de impulso
se enciende
e ilumina
gota
a
gota
la
existencia.
© Santiago
Morinigo
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