Dios dio pan a cada pájaro,
pero solo
una migaja a mí.
No me
atrevo a comerla,
aunque
perezca.
Tenerla,
tocarla,
es mi
doloroso placer.
Confirmar
la hazaña que hizo mío el pedacito.
Demasiado
feliz, en mi suerte de gorrión,
para codicia
mayor.
Puede haber
hambruna en torno mío
que yo no
perderé una miguita siquiera.
¡Tan
esplendida en mi mesa resplandece!
¡Tan
hermoso mi granero se muestra!
Me pregunto
cómo se sentirán los ricos,
los
maharajás, los condes. Yo creo
que, con
una sola migaja,
soy
soberana de todos ellos.
© Emily Dickinson
masticó
la hostia
se ahogo
en sangre
© Gustavo Borga
Querida Dickinson! Enigmática y retraída pero rebelde y tenaz, alejada del mundanal ruido social. Dejó a su muerte 1775 poemas de los que sólo publicó 7 mientras vivía. Silvina Ocampo tradujo mayormente su obra y recuerdo una puesta teatral magnífica sobre su vida que interpertó China Zorrilla. Gloriosa solitaria de Amherst! Y tu poema como un látigo, Gustavo! Ya tenías una voz madura cuando ganaste el Premio Glauce Baldovin hace varios años, bravo poeta sobresaliente de Villa Nueva! Salud! Alfredo Lemon desde Córdoba
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ResponderEliminarQue buena eleccion! Que hermoso poema de Dickinson! Y detras el tuyo, una contundencia que me deja sin palabras...
Teresa Gomez