15/6/20

Damián Katz recuerda a Fayad Jamís





Filosofía del optimista

El optimista se sentó a la mesa, miró a su alrededor
y se sirvió un poco de lo poco que halló. Le dijeron
que había demasiado nada (en realidad había
        pocomucho)
pero él devoró su ración sin hacer comentarios,
abrió el periódico, se fumó su café y acabó
de cenar en paz. Pensó:  tengo derecho a comer con
      alegría
lo pocomucho que me gano mientras llega la
     abundancia.
Sin embargo seguían hablando de todo lo que no hay
no hay no hay no hay. No hay esto ni lo otro.
Pero el optimista se levantó en silencio
y otra vez recordó aquellos años en que sólo comió
lágrimas. No había nadie para decirle no hay sopa
          o bistec
o tome un pedazo de pan duro para el perro de su
         hambre,
pero jamás de sus dientes salieron discursos.
Y ahora estaba satisfecho de la cena frugal. El
       hombre
salió a la calle y echó a andar mientras silbaba.
Las luces eléctricas le recordaron el porvenir. 

© Fayad Jamís




El mar

Si pudiera llevarme algún olor, al menos uno
elegiría este olor a mar que vence cualquier encerramiento
único olor que también es luz y es sonido
y salpica inéditas mejillas
Si pudiera diría, luego de la muerte
si aún conservo algo parecido a una boca,
si aun existe una mirada, un eco
una comunicación, un parpadeo
una llovizna compartida,
si aún encuentro a alguien,
una piedra, un espacio, un rostro
unos ojos, algo como oídos:
“he conocido al mar,
parecido a este abismo,
pero distinto”.
                                            
                    (Miramar, febrero de 2019)

© Damián Katz

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1 comentarios:

Blogger María Sonia Quevedo Hoyos ha dicho...

Fallad Jamís: Imaginar lo mucho, satisface y olvida. Colma la mesa, es saciedad. Ingenio.
Damián Katz: Que vuele la imaginación y entregue: olores, formas y colores. Es suyo el mar. ¡Genial!

17 de junio de 2020, 16:43  

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