La montaña
rusa
Durante
medio siglo la poesía fue
el paraíso
del tonto solemne.
Hasta que
vine yo
y me
instalé con mi montaña rusa.
Suban, si
les parece.
Claro que
yo no respondo si bajan.
Echando
sangre por boca y narices.
© Nicanor Parra
Señal
La obra
grita
sacrificante
por la
gente que calla.
© Ana Romano
Tremendo tu poema y de Nicanor, qué se puede decir que no se haya dicho, un genio. Un abrazo Graciela Barbero
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarAna Romano.
Coincido, Ana, tremendos tu poema y el de don Nicanor.
ResponderEliminarGracias Rolando.
ResponderEliminarAbrazo.
Ana Romano.