Criollo del
universo
El blanco
océano gira en mi corazón
mientras
canta el otro océano de plata amarilla,
que se
desprende de las aguas del sol.
Ya es muy
tarde para ser sólo de una provincia,
y muy temprano para pertenecer,
todo,
al planeta del venidero sangrante
resplandor.
Oh, acude a
mí, a mi jerarquía de peón del planeta,
gaucho con trenzas de sangre,
mi padre,
y ensíllame
el mejor caballo ruano del universo:
para
atravesar el agua de oro de la muerte,
y escucharme,
todo,
siempre en ti.
El blanco
océano solloza por la inmortalidad.
© Francisco Madariaga
La sombra
Alguien
posa su mano sobre el vientre
del
desconocido. El lugar es secreto en su dicha.
Hablar de
las mudanzas
como viajes
del aprendiz de hombre.
Se eriza la
nuca,
tiembla ese
rincón que en su sombra
brilla. Del
pasado rescatan
la
experiencia primera: el mismo grillo,
las mismas
madrugadas, otro en otros.
El propio
cuerpo como territorio
de ciertas
inseguridades.
Y el plan
de conquista conlleva en su ojo
el merodeo
y la culpa.
No saben
que de lo que se trata
es de
arremeter con un impulso
y la
generosa manera de entregar el cielo.
© Juan Fernando García
Juan Fernando, tu poema tiene la hondura conmovida de la tierra de la que el ser humano es una esencial parte observadora e inmanente. Y gran elección en ese sentido la poesía de Francisco Madariaga. Saludos.
ResponderEliminarGracias Juan Fernando por traer a Madariaga, el poeta contemplador, que vivía en íntima comunicación con la naturaleza . No hablaba de ella, la decía, en su lenguaje tan rico de imágenes surrealistas. Muy bueno tu poema, también.
ResponderEliminarMadariaga es otro gran poeta de lectura inagotable y siempre sorprendente. Recupera lo maravilloso, los elementos de la naturaleza que rodean y hacen a la esencia del hombre habitándola. Expresionismo salvaje, vívido, casi siempre se remite al ayer de su infancia y adolescencia, aquél paisaje, los esteros correntinos, aquellos amores, tantos bares. Auténticamente un "criollo del universo". Y tu poema Juan Fernando García, "La sombra" está muy bien logrado. Nos habla de las mudanzas en el devenir de nuestro ser hombre (persona),descubrir el cuerpo propio como el territorio de un otro y para un otro (me trae a Deleuze) y el tironeo (merodeo y la culpa) hasta el atrevimiento airoso y resolutivo de un impulso que busca en definitiva su identidad más plena. Perdón si lo analicé muy psicoanalíticamente. Me gustó ese camino de interpretación. Alfredo Lemon desde Córdoba
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