Ana, mujer
de Nicolás, y el puñado de arroz
Llenas de
arroz estaban
sus manos
en el aire;
llenas de
arroz, y pálidas,
sobre la
olla grande.
Un viento,
el de la pampa, que le grita:
- ¡Échalo
todo, madre!
Y el
contragrito del recuerdo: - ¡Espera,
que viene
el hambre!
Ana
paralizada junto al fuego:
Ana Géiser,
sin sangre:
dos manos
dolorosas que se queman
sobre la olla grande.
© José Pedroni
Marcha en
La Moneda
Un señor
mayor reparte las pancartas.
Una señora
mayor
ligeramente
velada
su voz de
oboe:
los
desaparecidos / ¡que digan dónde están!
Verano.
Hierven las
calles
en torno a
La Moneda.
A
Vladimir Cerda, por su invitación a compartir la marcha.
© Verónica M. Capellino
Vero que bellos los poemas, hermanos en la injusticia.
ResponderEliminarVero ,no callar , por eso también escribimos.Felicitaciones, Pedroni,resuena cálido y tan humano siempre y tu voz al son .Abrazo,poeta querida.
ResponderEliminarGracias, Gustavo, por el poema que seleccionaste para estar cerca del de Pedroni: pueden dialogar de cosas que importan. Hermosa viene desplegándose la idea de traer voces que no tenemos que olvidar. Abrazo Verónica M. Capellino
ResponderEliminarGracias Tina y Patri. Abrazo. Vero
ResponderEliminarLa voz de Pedroni y la tuya codo a codo, ¿qué más? ¡Gracias, Vero!
ResponderEliminarGracias, Diego✨
EliminarVerónica