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26/5/20

Poema de Marizel Estonllo





Alrededor  de la tarde

                        a Jorge  Cabrera 

Esta hora en la que el sol pone su mano en los edificios laterales.
Hora donde dejamos las armas porque empieza el amor

Esta hora que es ciertamente dulce porque prevalece en su tibieza.
Soporta lo que es certero y final.

Todavía podemos alejar la muerte, distraerla,
Desatenderla. Desalentarla.
Ella se demora en los ojos de los locos
donde la furia y el pánico son los sellos
de las dos  manos que abren la desesperación.
No hubo dios del miedo, no hubo dios del dolor.
Pero la locura fue del dolor  su última defensa.

Y luego la  apacible tarde de los poemas griegos,
Sus consecuentes secretos
La única manera de conocerse en la amplia fantasía del  deseo
en la grieta movediza del sueño.
En la dulce caricia de la amistad.

Haber dejado de apurar los rumbos
Hacerse agua y deslizarse.
Juntar caracoles en la costa, para nada, para ningún fin.
Acercarse hasta la orilla sin haber dejado ninguna tristeza interrumpida,
ningún dolor apremiado.

Solamente el cauce limpio, la tierra abonada,
un poema escrito  en una habitación a plena oscuridad.
Una hoja iluminada, abierta  en la plenitud de lo otorgado .
Y ese gesto  se aproxima alrededor de la tarde,

Como un oportuno modo de estar.

© Marizel Estonllo

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