MIRTA, LA
PENSADORA
Mirta
Rosenvitz era lo que se dice
la
pensadora de Paternal. Creía
que lo
esencial de pensar no es el pensamiento mismo
sino
aquello que lo incita y desde afuera
lo empuja y
reverbera. Por eso, como dijo el filósofo
existen los
amigos: para pensar. Y Mirta tenía
muchísimos
amigos con los que se juntaba
los
domingos en su casa en Chorroarín.
Pero como
suele suceder, Mirta terminó odiando
lo que más
amaba. Probó entonces
practicar
actividades que suspendieran el pensamiento.
Jugó al
fútbol, a videojuegos; tiró fuegos artificiales
salió a
correr y nadó y tejió. Mas todo lo que hacía
no
implicaba dejar de pensar, sino un pensar otro.
De manera
que una noche de domingo, sentados
sus amigos
en su mesa redonda, con una cuchara
Mirta dio
unos golpecitos a su copa de vino.
Ningún
discurso: dueña de la atención
de todos,
le regaló un balazo a cada uno.
Esto
tampoco funcionó, y no le quedó otra:
se fue una
madrugada a la plaza Eloy Alfaro
y se metió
un tiro en la sien. Tuvo sentido.
Mirta solía
decir que, ante todo,
ella misma
era su mejor amiga.
HABLA MIRTA
ROSENVITZ
Cosa rara
la muerte: acá
estoy yo
sin realmente estar.
Algo «hay»,
como decir:
llueve
nieva: ay.
Susurro
sin voz, vacío
cargado de
no sé qué:
hay
sin de
verdad nada haber:
existir
sin lo
existente.
Figúrese: náusea; insomnio.
Como si ya no siendo
yo aún
fuese. Digo
«yo»
y es
mentira, o es verdad:
ya muerta
y sin salida:
tan
extrañamente
despierta
tan increíblemente
viva.
© Manuel Duarte
Excelente Manuel !!
ResponderEliminarflora levi
Me impactó el remate. Y después ella, tan increíblemente viva.
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarExcelente.
Un abrazo,
Alicia Márquez