Poema de María Laura Coppié
6.40
La maraña de luz que atraviesa el postigo
indica que ya es hora
y vos todavía aferrada al sueño: esquinas,
esquinas, muchas esquinas.
La blanca de la tarde en bicicleta
donde entendieron todo,
la del vasito de caña a las 2 de la tarde
exorcizando ese frío endemoniado,
la que acurrucaba virgencitas de viento
que no cumplen promesas.
Terco inmóvil como un soldado de juguete
entre las almohadas a punto de estallar,
ese sueño se instala cada noche
como si todo lo pasado hubiera
sido cuidadosa y pulcramente
doblado sin dejar aristas ni espacios en blanco,
sólo el brillo del tiempo por recobrar.
Suena el despertador.
Un café desesperado entre las manos.
Le tirás otra raza de corazón a los perros
para que se callen.
Arranca una nueva semana de este invierno.
Más de refrenar el instinto,
una semana más
de este tiempo soberbio que se clava en la piel
que no es el mismo que el de la arena,
y aún así empalaga frustraciones.
Pero esta mañana es diferente:
esta mañana trae la certeza
de que la guerra ya se perdió
y quizás sea ésa la única tregua posible.
© María Laura Coppié
1 comentarios:
No, mi chiquita. Porfi, la guerra no se perdió.
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