progenie
habría que
preguntarse por la progenie y su destino / esa soga arrebatada al viento
preguntarse
por el destino de la semilla y también por el del brote
preguntarse
al fin / por el azar de la progenie
nos
estiramos sobre la tierra / laberinto de sabores y deseos
guardamos
gestos como quien guarda tesoros en una cajita de lata
como
guardábamos -te acordás-
botones
viejos en ese recipiente verde ajado
para que en
las tardes de lluvia tuvieran ruido de gota dentro de la casa mustia
con un
arsenal de gestos heredados construimos nuestro espejo ligero
nuestro
avatar de sombras
nos miramos
y no podemos ver ninguna semejanza
solamente
lo que en el resto construye la paciencia
yo podría
decirte que en las manos o en los ojos / pero
la sangre
cruzada nos hizo diferentes como países que separa el océano infinito
digamos más
/ digamos antes ayer ausencia o muertos
casi lo
mismo que decir distancia o sur o tu pelo
o no
digamos nada
este
silencio es más que todas las piedras de todos los caminos
que nunca
nunca llegan hasta vos
juguemos a
ser ciegos decíamos
y tocábamos todo con un placer extraño
o
recorríamos la casa rozando las paredes y los bordes de los muebles
en esa
infancia azul y querosén y frío
¿quién
puede hablar de las gotas de agua?
vos y yo
somos diferentes como dos gotas de agua
iguales
como dos gotas de agua
dos gotas
arrastradas por la enorme corriente de algún mar adentro
siempre
lejos de las costas / más cerca del naufragio que de la celebración de los
arribos
más cerca
de la ceguera que de la luz
hermano
somos niños
enfermos para siempre de previas maldades
palpando
todo sin lograr nunca la lúcida desmesura del párpado abierto
pero
hablábamos de la progenie
de alguna
construcción previa a nosotros
un
pensamiento obsceno de lo que debíamos ser
vos pequeño
y silencioso
yo temiendo
para siempre a los espejos y una mirada seca sobre todas las cosas
hasta
hacerlas polvo
hermano
desde este
absurdo látigo de la distancia yo te nombro como te hube nombrado
esa tu piel
que es mi piel en otra superficie
yo que fui
cuando abracé por vez primera tu cuerpo diminuto
tu
inconmensurable fragilidad
algo para
mí por siempre vedado para siempre vedado desde el uterino rostro de la
desgracia
vos
hermano
me diste la
pequeñez insólita de un cuerpo su desnudez nativa
para que yo
entendiera que la muerte
posee todas
las caras posibles y que en cada una siempre
cruje el
vértice insolente sol
yo no sé de
qué páramo se viste la desgracia
yo no sé ya
cuándo ni
cómo vendrá ella a segar mis certezas
no sé
quién se
robará o se ha robado tus juguetes de plástico brillante o
los
barrotes de tu cuna
sólo sé que
en esta intemperie inmensa en que te nombro
se conjuga
lo más puro de mi nombre
ese que se
astilla cuando es de noche y hay un llanto profundo
y no puedo
ir
no puedo ir
no puedo ir
© Gabriela Yocco
Qué poema tan hermosamente triste salpicado de imagenes profundas y tan bien escritas.Felicitaciones
ResponderEliminarMaravilloso, hondo u tristísimo.Gracias. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio
ResponderEliminarMaravilloso, hondo y tristísimo.Gracias. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio
ResponderEliminarMuchas gracias!
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