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21/3/20

Poema de Gabriela Yocco



progenie

habría que preguntarse por la progenie y su destino / esa soga arrebatada al viento
preguntarse por el destino de la semilla y también por el del brote
preguntarse al fin / por el azar de la progenie

nos estiramos sobre la tierra / laberinto de sabores y deseos
guardamos gestos como quien guarda tesoros en una cajita de lata
como guardábamos -te acordás-
botones viejos en ese recipiente verde ajado
para que en las tardes de lluvia tuvieran ruido de gota dentro de la casa mustia

con un arsenal de gestos heredados construimos nuestro espejo ligero
nuestro avatar de sombras

nos miramos y no podemos ver ninguna semejanza
solamente lo que en el resto construye la paciencia
yo podría decirte que en las manos o en los ojos / pero
la sangre cruzada nos hizo diferentes como países que separa el océano infinito

digamos más / digamos antes ayer ausencia o muertos
casi lo mismo que decir distancia o sur o tu pelo
o no digamos nada
este silencio es más que todas las piedras de todos los caminos
que nunca nunca llegan hasta vos

juguemos a ser ciegos decíamos
y  tocábamos todo con un placer extraño
o recorríamos la casa rozando las paredes y los bordes de los muebles
en esa infancia azul y querosén y frío

¿quién puede hablar de las gotas de agua?
vos y yo somos diferentes como dos gotas de agua
iguales como dos gotas de agua

dos gotas arrastradas por la enorme corriente de algún mar adentro
siempre lejos de las costas / más cerca del naufragio que de la celebración de los arribos
más cerca de la ceguera que de la luz


hermano
somos niños enfermos para siempre de previas maldades
palpando todo sin lograr nunca la lúcida desmesura del párpado abierto

pero hablábamos de la progenie
de alguna construcción  previa a nosotros
un pensamiento obsceno de lo que debíamos ser
vos pequeño y silencioso
yo temiendo para siempre a los espejos y una mirada seca sobre todas las cosas
hasta hacerlas polvo

hermano
desde este absurdo látigo de la distancia yo te nombro como te hube nombrado
esa tu piel que es mi piel en otra superficie
yo que fui cuando abracé por vez primera tu cuerpo diminuto
tu inconmensurable fragilidad
algo para mí por siempre vedado para siempre vedado desde el uterino rostro de la desgracia

vos
hermano
me diste la pequeñez insólita de un cuerpo su desnudez nativa
para que yo entendiera que la muerte
posee todas las caras posibles y que en cada una siempre
cruje el vértice insolente sol

yo no sé de qué páramo se viste la desgracia
yo no sé ya
cuándo ni cómo vendrá ella a segar mis certezas
no sé
quién se robará o se ha robado tus juguetes de plástico brillante o
los barrotes de tu cuna

sólo sé que en esta intemperie inmensa en que te nombro
se conjuga lo más puro de mi nombre

ese que se astilla cuando es de noche y hay un llanto profundo
y no puedo ir
no puedo ir

no puedo ir


© Gabriela Yocco

4 comentarios:

  1. laura elena bermudez23 de marzo de 2020, 20:20

    Qué poema tan hermosamente triste salpicado de imagenes profundas y tan bien escritas.Felicitaciones

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  2. Maravilloso, hondo u tristísimo.Gracias. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio

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  3. Maravilloso, hondo y tristísimo.Gracias. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio

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