Tras la
reja labrada
al
atardecer mira a la calle
con mirada
vacía;
esa dulzura
insomne
ese perfume
rancio
que brota
de las cosas.
Se percibe
un polvillo
una
escarcha quebradiza
que cubre
la mesa de luz
y se filtra
en sus cajones
donde
viejas fotos familiares
huyen de la
fatal penumbra.
El
empapelado florido
de las
paredes húmedas
descubre
fisuras tenues.
Por la
puerta entreabierta
se dispersa
un aroma
de malvones
y algunas
voces
reverberando:
holograma
sonoro
de un
tiempo en el que aún
existían los espejos.
© Daniel Rafalovich
Bienvenido Daniel a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos, abz enorme, Gus.
ResponderEliminarBello!
ResponderEliminarFlora levi
me encantó tu minuciosa y bella descripción. bienvenido! susana zazzetti,
ResponderEliminarBienvenido, Daniel!! Bello poema, una dulzura! Abrazos!!
ResponderEliminarBella estampa que me lleva a la casa materna.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
Muchas a gracias a todxs. Daniel.
ResponderEliminarBienvenido Daniel! Bello poema!
ResponderEliminarPreciosas imâgenes para evocar ese "tiempo en que aûn existîan los espejos", bello poema querido Dani! Abrazo. Estela Porta.
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