13/10/19

Poema de Paulina Vinderman




A las tres de la mañana esperamos la partida
del bus destartalado que nos llevará a las ruinas.
Se demora. Arreglan confiadamente lo que
parece sin solución.
En la esquina, una mujer sin edad prepara café
en una enorme paila de cobre.
Lo revuelve con energía controlada, con paciencia
exquisita, y su amplia sonrisa casi sin dientes
me avisa que ya está.
El mejor café del mundo en una oscuridad
llena de promesas y de olor a flores que se pudren.
Mi piedad crece como una vieja vocación que
despierta de golpe en un silencio lírico (y obtuso).
Por el resto de mi vida me perseguirá esta escena.
Animal perdido en las colinas de la noche,
jamás sabré porqué.

© Paulina Vinderman

3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Buen poema se siente su autenticidad. y est{a muy bien concebido.
Felicitaciones

13 de octubre de 2019, 16:07  
Blogger Unknown ha dicho...

Esa piedad: el sentido profundo de un poema hermoso. Sube el perfume del café.

16 de octubre de 2019, 13:52  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Huelo el café de una nostalgia que parece haber existido siempre y por lo que se intuye, perdurará. Muy bello Paulina! Salud y gracias por tu trayectoria. Alfredo Lemon desde Córdoba

31 de octubre de 2019, 11:59  

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