Poema de Valeria Pariso
1984.
La
distancia entre Ramiro y Ana
despliega
la amplitud
del vacío.
El teléfono
del almacén,
naranja
como un pez enfurecido,
traga
cospeles y no funciona nunca.
El sargento
dice que es
de flojos
necesitar
oír
la
respiración de quien se ama.
Por eso Ana
junta la
esperanza,
mientras
Ramiro
cumple una
orden,
y hace
cuerpo a tierra
ciento
cincuenta veces
sobre el
barro frío de la madrugada.
© Valeria Pariso
3 comentarios:
Nada que hacer... qué maravilla!
Bello!
Flora levi
Magnífico poema.
Un abrazo,
Alicia Márquez
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