Retirada
En la tarde cansina,
el sol del domingo
apenas rozaba el monte.
Cuatro ojos seguían su recorrido
hasta enceguecer.
Ocho menos cuarto.
Nos íbamos del improvisado hogar de cuatro
al ritmo de la percusión de los pájaros.
Chascomús sin nosotros
se quedaba ciego también.
Pero entonces el viento cambió,
y alteró
las cosas que realmente importaban.
Él con su don –o maldición- de ver más allá
supo que ya no tendríamos atardeceres.
Hoy a esa misma hora
espero la sombra de su paso inconfundible,
me asomo esperando escuchar
su voz oscura llamándome
como una furiosa serenata.
Me siento frente a las ventanas,
a todas, a cualquiera
y recuerdo cuando les huíamos
a las transparencias y a los testigos.
Mientras escribo esto
del cuaderno cae muda
la astilla del sándalo
que supo encender nuestro fuego
y trae la certeza
de que no habrá perdón
por no volver siquiera al roce.
No me voy a ir sin hacer ruido,
aunque por los dientes se cuelen
las contradicciones.
Hasta a los perros
se les da tres posibilidades de mordida
antes de determinar su rabia.
© María Laura Coppié
ResponderEliminarAbsolutamente desgarrador, y bellísimo.
Abrazo,
Alicia Márquez
Intenso Bello!!
ResponderEliminarFlora levi
Muy bello...
ResponderEliminarMuy buen poema, con mucha fuerza e imágenes originales y conmovedoras. Un beso. Adriana Dirbi Maggio
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