ECLIPSE
Ese día
miramos el eclipse
con el culo
de una botella de cerveza.
Sobre el
borde desparejo de un círculo gris
se veía una
luna en cuarto menguante
que
brillaba lastimosamente. Las gallinas
desorientadas
buscaban las ramas
donde
acomodarse en esa noche
que se
venía a deshora.
Se van a
quedar ciegos no sean idiotas
háganme
caso, decía mi mamá.
Ahora tengo
los ojos bien abiertos
sin un
vidrio oscuro que los proteja
viendo como
se viene otra noche a deshora.
Todos
siguen como si nada
como ciegos
que apuntan
con su
rostro a un horizonte que no ven
dándole la
razón a mi madre.
© Patricio Emilio Torne
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