27/4/19

Poema de Teresa Gómez


    


   GLENN

Glenn, importado alguna vez
de Surinami
atraviesa la puerta y sale a la intemperie
acaso feliz de la vereda.
Va empujando la silla
vacía de pasajero,
sin discapacidad alguna transportada.
Cuando sonríe
parece que lo hiciera
con toda la dimensión de su negrura,
con su calva coronada
por los grises encanecidos de su alma.
Luego, al sol cansino
de una mañana tibia
se acomoda
 en el hueco vacío de esa silla
que sólo estaba destinada a su nostalgia.
Saluda mostrando como propio
un rubio idioma holandés,
y entonces me pregunto
quién fue su ancestro,
de qué playa llegó,
cuál fue su tiempo…
Y en un tonto mezclar de la memoria
se me hace imaginarlo
en la clásica foto de migrante,
con su valija de cartón
y toda su esperanza
empuñada al costado de su miedo.
Pero es inútil. Fatiga mis oídos
un ruido de cadenas que me dice
que cuando Glenn recuesta
su tierna oscuridad sobre las sábanas,
aún pasados los siglos todavía 
la vieja esclavitud duerme en su almohada.

© Teresa Gómez

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2 comentarios:

Blogger Belkys Sorbellini ha dicho...

Tremendo poema!!! Me encantó! Felicitaciones !!

27 de abril de 2019, 17:44  
Blogger Belkys Sorbellini ha dicho...

Bravo!!

27 de abril de 2019, 17:44  

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