Poema de Beatriz Minichillo
Destino
No te vi crecer.
Creciste en un pliegue
de mi piel.
Tampoco naciste de mí,
ya estabas dentro.
No te busqué
ni con la mirada
ni con la voz.
No te conocía.
Llegaste girando
en tu propio tiempo
y mis manos se abrieron
para acunarte
no sea cosa que te fueses a volar.
No quería que te volases
y te inventé un espacio
y un tiempo.
Una campana
para que la hicieras tañer
y un muñeco de trapo
para que lo abrazaras
y le cantaras canciones.
Hasta a los árboles
les cantabas
y les crecían pájaros.
Eras más que el mundo vegetal,
un paisaje árido
con una sola flor resplandeciente.
Eso solo bastaba para salvarte.
Pero no querías
y un día
abriste los brazos como alas,
alas de cóndor
y te fuiste
luminoso
con la convicción
de lo irrefutable.
© Beatriz Minichillo
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