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22/12/18

Poema de Gabriela Yocco



yo que fui iluminada por la piedra calma y la serranía
acunada por el olor profundo del tomillo y de la albahaca
y por el canto bravo del arroyo mediterráneo
comprendo ahora en la curva de los días
el mensaje cifrado del mar / su aspereza de viaje
la marca del adiós en el oleaje perpetuo
esa nostalgia de arribo de los puertos y su olor / a trabajo y burdeles
puertos aquellos del sur / detrás del alto cordón de la montaña
con mujeres calladas como el barro / del color del barro
que cosían redes interminables semejantes 
a la espera de los botes pesqueros en la costa

botes rojos  verdes  amarillos / soñados tal vez
por el soñador de viejos y de mares y de peces enormes

acaso fue allí de cara al agua salvaje / indómita al nado
acaso allí comenzó esta fascinación lejana por todo océano
su azul infinito su amenaza profunda y despiadada

el agua morada de animales fantásticos como el sueño o la pesadilla
el agua de los pozos profundos como ojos del infierno
el agua viajera de esperanzas y catástrofes
el agua matraz de mitos y epopeyas

ese animal líquido que a veces cuenta historias
cuando el viento sopla del sur y una tristeza de viejo embarcadero
cruza la ciudad como un puente de sal

yo que fui iluminada por la piedra calma y la serranía
acunada por el olor profundo del tomillo y de la albahaca
he sido atrapada  este arpón azul del misterio marino

y poco puedo hacer ante el colosal embate
y su parpadeo de inmensidad

© Gabriela Yocco

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