yo que fui iluminada por la piedra calma y
la serranía
acunada por el olor profundo del tomillo y
de la albahaca
y por el canto bravo del arroyo
mediterráneo
comprendo ahora en la curva de los días
el mensaje cifrado del mar / su aspereza de
viaje
la marca del adiós en el oleaje perpetuo
esa nostalgia de arribo de los puertos y su
olor / a trabajo y burdeles
puertos aquellos del sur / detrás del alto
cordón de la montaña
con mujeres calladas como el barro / del
color del barro
que cosían redes interminables
semejantes
a la espera de los botes pesqueros en la
costa
botes rojos
verdes amarillos / soñados tal
vez
por el soñador de viejos y de mares y de
peces enormes
acaso fue allí de cara al agua salvaje /
indómita al nado
acaso allí comenzó esta fascinación lejana
por todo océano
su azul infinito su amenaza profunda y
despiadada
el agua morada de animales fantásticos como
el sueño o la pesadilla
el agua de los pozos profundos como ojos
del infierno
el agua viajera de esperanzas y catástrofes
el agua matraz de mitos y epopeyas
ese animal líquido que a veces cuenta
historias
cuando el viento sopla del sur y una
tristeza de viejo embarcadero
cruza la ciudad como un puente de sal
yo que fui iluminada por la piedra calma y
la serranía
acunada por el olor profundo del tomillo y
de la albahaca
he sido atrapada este arpón azul del misterio marino
y poco puedo hacer ante el colosal embate
y su parpadeo de inmensidad
© Gabriela Yocco
Hermoso canto a la naturaleza. Emoción pura.
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