DÍA DE DIFUNTOS
Acércate, muertito de mi vida.
El vaso está marcado,
la mesa está servida.
Sobre mantel de flores,
horneadas escaleras
del trigo hecho harina,
ofrendas de un amor
intenso en la partida,
esperan tu regreso,
tu voz: mi propia vida.
Acaso en la mañana,
si el agua está en faltante,
no vuelva a mis rutinas.
Acaso en la mañana,
la marca no desdiga
la muerte que no mata.
Acaso en la mañana
la cita no termina.
Si el agua está en faltante,
si hay peldaños en migas,
sabré que has vuelto, amor.
Y el tiempo será injusto
sin bocas ni pupilas.
Y amaré tanto a la muerte
que olvidaré esta vida.
Por escaleras azules
bajaré todos los pozos.
Entre ausencias feroces
tu voz... será mi guía."
© Nora Coria
Hola Nora: un cariñoso regalo para el "muertito" amado, un hablar con él, una presencia que no cesa. Así es el amor que no cesa después de la muerte.
ResponderEliminarLo sentí mucho Irene Marks
Presencia espiritual que no se mudará nunca.
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