Con mi hija, en auto
A Josefina
Íbamos, con tu hija durmiendo
en el asiento de atrás, hablando las dos
de un modo nuevo sobre cómo lo real
atraviesa la experiencia del cuerpo
y de la psiquis. ¿Estás cansada?,
pregunté y enseguida pensé que había
hablado por demás. En otros tiempos
reprochabas no hables fuerte, no hables
tanto, no hagas gestos, pero anoche,
en la oscuridad del camino que va a casa,
preguntaste por mis partos, mis puerperios,
y yo te conté de aquella noche
llegando más muerta que viva al hospital.
Largué lo que tenía atascado en la garganta
y vos dijiste a mí si me hacen eso, los mato,
te juro que los mato. Hablábamos las dos
de un modo nuevo, en medio del camino,
con tu hija durmiendo en el asiento
de atrás. Entonces me contaste
lo que habías leído, que todo el dolor
que guarda el útero se sana en los hijos
de los hijos, y la resaca que guardaba
se fue limpiando entre los saltos
del auto sobre el ripio.
© María Teresa
Andruetto
Poema diálogo, para contar el dolor. Me gustó mucho, admiro a Teresa. gracias. marta comelli
ResponderEliminarQué belleza! Abrazos litorales!
ResponderEliminarUna construcción,el decir profundo y claro de Teresa , gracias ❣️
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ResponderEliminarBellísimo. Tremendamente cierto, además.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Los hechos suelen ser menos dolorosos cuando se pueden exteriorizar. Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero
Un compartir que aliviana el dolor, limpia los
ResponderEliminarrecuerdos terribles.
Buenísimo y muy humano
Irene Marks